Arco Iris
Arco semicircular que presenta los colores del espectro solar; señal visible de la promesa pactada de Jehová de ‘nunca más cortar de la vida a toda carne por aguas de un diluvio, o arruinar la Tierra por ese medio’. (Gé 9:11-16.) Debido a que en hebreo no existe una palabra distinta para referirse al arco iris, la Biblia usa la misma que se emplea para el "arco" de disparar flechas. (Eze 1:28.)
Existen complicadas teorías y fórmulas para explicar la formación de un arco iris, pero básicamente puede decirse que cuando un rayo de luz blanca penetra en una gota de lluvia, esta actúa como un pequeño prisma que refracta el rayo y lo dispersa en sus diferentes colores, que se reflejan en su interior, como en un espejo cóncavo, y salen de nuevo en ángulos diferentes y específicos. Por esta razón, el observador ve un arco con los siete colores del espectro (desde el interior del arco hacia afuera: violeta, añil, azul, verde, amarillo, anaranjado y rojo), aunque puede que estén mezclados de manera que solo se perciban con claridad cuatro o cinco. A veces se forma un arco "secundario" mayor y menos nítido con los colores invertidos. La ciencia aún sigue estudiando el arco iris. Según Carl B. Boyer, "es tal la interacción de energía lumínica y materia que tiene lugar en una gota de lluvia, que el investigador no puede por menos que relacionar este fenómeno con la mecánica cuántica y la teoría de la relatividad [...]. Si bien es cierto que se sabe bastante acerca de cómo se produce un arco iris, se conoce muy poco sobre cómo lo percibe el ojo humano". (The Rainbow, From Myth to Mathematics, 1959, págs. 320, 321.)
La primera referencia bíblica al arco iris se encuentra en el relato del pacto de Dios con Noé y su prole después que los sobrevivientes del Diluvio salieron del arca. (Gé 9:8-17; Isa 54:9, 10.) La contemplación de ese espléndido fenómeno debió ser tranquilizadora para Noé y su familia y una señal que auguraba paz.
Se han ofrecido muchas opiniones respecto a si esta fue la primera vez que los humanos vieron el arco iris. Hay escriturarios que opinan que ya era conocido, y que el ‘darlo’ Dios realmente quiso decir ‘darle’ un significado especial a un fenómeno natural ya existente. Muchos de los que sostienen este punto de vista creen que el Diluvio solo fue una inundación local o que no ocasionó cambios sustanciales en la atmósfera.
Sin embargo, esta es la primera mención del arco iris, y si se hubiese visto con anterioridad, no hubiera tenido sentido el que Dios lo usase de señal sobresaliente de su pacto, pues hubiera sido algo común, no algo que marcase de modo significativo un cambio o algo nuevo.
La Biblia no explica cómo era de diáfana la atmósfera antes del Diluvio, pero al parecer, las condiciones atmosféricas existentes eran tales, que hasta que no se produjo un cambio cuando "las compuertas de los cielos fueron abiertas" (Gé 7:11), nadie anterior a Noé y su familia había visto un arco iris. Incluso en la actualidad, las condiciones atmosféricas influyen en la visibilidad del arco iris.
La imagen de Dios y su trono se relaciona en la Biblia con la gloria y belleza del arco iris que aparece después de una tormenta y la sensación de paz que este produce. En la visión que Ezequiel tuvo de Dios, el profeta vio "algo como la apariencia del arco que ocurre en una masa de nubes en el día de una lluvia fuerte", un aspecto de la visión con el que se destacó "la gloria de Jehová". (Eze 1:28.) De manera similar, Juan vio el esplendoroso trono de Jehová, y ‘alrededor de él había un arco iris de apariencia semejante a una esmeralda’. El relajante color verde esmeralda del arco iris debió darle a Juan una sensación de calma y serenidad, y no podía ser menos, pues Jehová domina toda situación y es un Gobernante glorioso. (Ap 4:3.) Juan también vio a un ángel con "un arco iris sobre su cabeza" (Ap 10:1), lo que pudiera indicar que era un representante especial del "Dios de la paz". (Flp 4:9.)
Existen complicadas teorías y fórmulas para explicar la formación de un arco iris, pero básicamente puede decirse que cuando un rayo de luz blanca penetra en una gota de lluvia, esta actúa como un pequeño prisma que refracta el rayo y lo dispersa en sus diferentes colores, que se reflejan en su interior, como en un espejo cóncavo, y salen de nuevo en ángulos diferentes y específicos. Por esta razón, el observador ve un arco con los siete colores del espectro (desde el interior del arco hacia afuera: violeta, añil, azul, verde, amarillo, anaranjado y rojo), aunque puede que estén mezclados de manera que solo se perciban con claridad cuatro o cinco. A veces se forma un arco "secundario" mayor y menos nítido con los colores invertidos. La ciencia aún sigue estudiando el arco iris. Según Carl B. Boyer, "es tal la interacción de energía lumínica y materia que tiene lugar en una gota de lluvia, que el investigador no puede por menos que relacionar este fenómeno con la mecánica cuántica y la teoría de la relatividad [...]. Si bien es cierto que se sabe bastante acerca de cómo se produce un arco iris, se conoce muy poco sobre cómo lo percibe el ojo humano". (The Rainbow, From Myth to Mathematics, 1959, págs. 320, 321.)
La primera referencia bíblica al arco iris se encuentra en el relato del pacto de Dios con Noé y su prole después que los sobrevivientes del Diluvio salieron del arca. (Gé 9:8-17; Isa 54:9, 10.) La contemplación de ese espléndido fenómeno debió ser tranquilizadora para Noé y su familia y una señal que auguraba paz.
Se han ofrecido muchas opiniones respecto a si esta fue la primera vez que los humanos vieron el arco iris. Hay escriturarios que opinan que ya era conocido, y que el ‘darlo’ Dios realmente quiso decir ‘darle’ un significado especial a un fenómeno natural ya existente. Muchos de los que sostienen este punto de vista creen que el Diluvio solo fue una inundación local o que no ocasionó cambios sustanciales en la atmósfera.
Sin embargo, esta es la primera mención del arco iris, y si se hubiese visto con anterioridad, no hubiera tenido sentido el que Dios lo usase de señal sobresaliente de su pacto, pues hubiera sido algo común, no algo que marcase de modo significativo un cambio o algo nuevo.
La Biblia no explica cómo era de diáfana la atmósfera antes del Diluvio, pero al parecer, las condiciones atmosféricas existentes eran tales, que hasta que no se produjo un cambio cuando "las compuertas de los cielos fueron abiertas" (Gé 7:11), nadie anterior a Noé y su familia había visto un arco iris. Incluso en la actualidad, las condiciones atmosféricas influyen en la visibilidad del arco iris.
La imagen de Dios y su trono se relaciona en la Biblia con la gloria y belleza del arco iris que aparece después de una tormenta y la sensación de paz que este produce. En la visión que Ezequiel tuvo de Dios, el profeta vio "algo como la apariencia del arco que ocurre en una masa de nubes en el día de una lluvia fuerte", un aspecto de la visión con el que se destacó "la gloria de Jehová". (Eze 1:28.) De manera similar, Juan vio el esplendoroso trono de Jehová, y ‘alrededor de él había un arco iris de apariencia semejante a una esmeralda’. El relajante color verde esmeralda del arco iris debió darle a Juan una sensación de calma y serenidad, y no podía ser menos, pues Jehová domina toda situación y es un Gobernante glorioso. (Ap 4:3.) Juan también vio a un ángel con "un arco iris sobre su cabeza" (Ap 10:1), lo que pudiera indicar que era un representante especial del "Dios de la paz". (Flp 4:9.)