Las luchas entre Siria y Egipto. Persecución de los Judíos.

DANIEL 11, LIBRO, COMENTARIO, ESTUDIO
Las luchas entre Siria y Egipto. Persecución de los Judíos.

En este capítulo encontramos explicitados al detalle hechos que en los capítulos anteriores fueron anunciados de un modo más general. Aunque no se dan nombres concretos - según el estilo de la literatura apocalíptica - , sin embargo, los detalles que se describen son tales, que no es difícil identificarlos históricamente. La narración empieza de modo más genérico, con alusiones al reino de Persia y de Grecia, para centrarse en las relaciones minuciosas de los dos reinos - seléucida de Siria y lagida de Egipto - que tenían más trascendencia en la vida política y religiosa del pueblo judío.

Luchas entre los reyes de Siria y de Egipto (1-19).

1 El año primero de Darío el medo, yo estuve allá para animarle y sostenerle. 2 Y ahora voy a darte a saber la verdad: Habrá todavía tres reyes en Persia, y el cuarto acumulará más riquezas que los otros; cuando por sus riquezas sea poderoso, se levantará contra el reino de Grecia. 3 Pero se alzará un rey valeroso que dominará con gran poder y hará cuanto quiera. 4 Y cuando esté en la altura, se romperá su reino y será dividido hacia los cuatro vientos; no será de sus descendientes ni ya tan poderoso como fue, pues será dividido y pasará a otros distintos de ellos. 5 El rey del mediodía vendrá, se hará fuerte, pero uno de sus jefes será más fuerte que él y dominará, siendo potente su dominación. 6 Al cabo de algunos años se aliarán, y la hija del rey del mediodía vendrá al rey del norte para restablecer la concordia, pero no conservará ella la fuerza de su brazo ni permanecerá él en su brazo; ella será entregada, y con ella los que la trajeron, con su padre y con el que entonces había sido su sostén. 7 Un retoño de sus raíces se alzará en su lugar y vendrá con ejército y entrará en las plazas fuertes del rey del norte; dispondrá de ellas y se hará poderoso. 8 Aun a sus dioses, sus imágenes fundidas y sus objetos preciosos de plata y oro los cogerá y se los llevará a Egipto. Estará luego algunos años alejado del rey del norte, 9 y éste marchará contra el rey del mediodía y se volverá a su tierra. 10 Su hijo saldrá a campaña y reunirá una muy fuerte muchedumbre de tropas, avanzará y se derramará como un torrente; se desbordará, pero se volverá, y llevará las hostilidades hasta la Fortaleza, 11 El rey del mediodía se enfurecerá, y, saliendo, atacará al rey del norte, levantará una gran muchedumbre, y las tropas del rey del norte serán puestas en sus manos. 12 Esta muchedumbre se ensoberbecerá, y el corazón del rey se hinchará, derribará a muchos millares, pero no triunfará, 13 porque el rey del norte volverá con una muchedumbre más numerosa que la primera, y al cabo de algún tiempo marchará con un gran ejército y muchos aprestos. 14 Entonces se alzarán muchos contra el rey * del mediodía, y hombres violentos de su pueblo se rebelarán para cumplir la visión y sucumbirán. 15 El rey del norte avanzará y alzará baluartes y se apoderará de ciudades fuertes. Los ejércitos del mediodía no resistirán, faltos de fuerza para resistir. 16 El que avanza contra él hará lo que quiera y nadie podrá resistirle, y se quedará en lo mejor de la tierra, exterminando cuanto caiga en su mano. 17 Querrá adueñarse de todo el reino del mediodía, y le dará su hija por mujer con la intención de llevarle a la ruina; pero no sucederá esto, la cosa no le saldrá como quería. 18 Volverá sus ojos del lado de las islas y tomará muchas, pero un jefe pondrá fin al oprobio que sobre ellas quiso echar, y el oprobio recaerá sobre él. 19 Acogeráse luego a las fortalezas de su tierra, pero se tambaleará y caerá y no se le hallará.

La frase del í. é el año primero de Darío el medo parece glosa de un escriba que quiere datar la profecía al estilo de otros capítulos anteriores 1. El texto exige continuar el relato anterior, en que está hablando el ser refulgente que es la personificación del designio de Dios en la historia, el cual es ayudado por Miguel, el valedor de los derechos del pueblo judío. Va a explicitar lo que antes dijo, empezando por la historia de los reyes de Persia. Los cuatro reyes de Persia de que habla, parecen ser: Ciro (550-529), Cambises (529-521), Darío Histaspes (521-485), y el cuarto, famoso por sus riquezas, que hará la guerra a Grecia, es Jerjes (485-465), el cual en 480 intentó invadir el continente europeo para derrotar a Grecia 2. Aunque los persas fueron derrotados en el sigloV reiteradamente por los valerosos griegos (en Platea, Salamina, Maratón), sin embargo, el que dará el golpe de gracia al imperio persa es Alejandro Magno, que es el rey valeroso del í.3. Pero su imperio será efímero, pues en el cénit de sus victorias militares y en plena juventud morirá en Babilonia en 323 a.C., siendo dividido su reino hacia los cuatro vientos, es decir, entre los cuatro generales o Diadocos 3. Ninguno de ellos será de sus descendientes (v.4). En efecto, los dos hijos de Alejandro fueron asesinados unos trece años después de la muerte del gran macedonio4. Por otra parte, el imperio desmembrado nunca llegó a ser tan poderoso como en tiempo de Alejandro. El hagiógrafo, después de enumerar a grandes rasgos la historia de Persia y de Grecia bajo Alejandro, pasa a hablar detalladamente de las incidencias político-militares dé dos de los sucesores del caudillo macedonio (los Seléucidas de Siria y los Lagidas de Egipto), porque afectan a la trayectoria histórica del pueblo judío. El rey del mediodía es el de los Ptolomeos de Egipto; luchará denodadamente por la posesión de Palestina, que se hallaba en la encrucijada geográfica de ambos reinos rivales. En la distribución del imperio de Alejandro, Egipto y Libia quedaron bajo la égida del general Ptolomeo I, hijo de Lagos (de ahí el nombre de lagida dado a su dinastía). Desde el 322 al 306 a.C. gobernó sus provincias con la categoría de estratega, pretendiendo después el título de rey. Es el rey del mediodía de que habla el v.5.

Uno de sus jefes o generales llegó a ser más fuerte que él. Se trata del general Seleuco Nicator, a quien en principio le correspondió la satrapía de Babilonia y Siria en la convención de Triparadisus del 321 a.C.; pero por las intrigas de Antígono (a quien había correspondido el Asia Menor) tuvo que refugiarse en Egipto, sirviendo como general de Ptolomeo I Lagos. Después de la batalla de Gaza en 312 y después de recuperar su satrapía de Babilonia, fundó un reino propio en Siria (de su nombre Seleuco se llamará la dinastía de Siria de los Seléucidas) 5. Su dominación fue creciendo desmesuradamente al vencer a su contrincante Antígono en Ipso (301 a.C.); y su reino comprendía entonces desde Frigia y Capadocia hasta el Indus, siendo en realidad un gran imperio, cuya capital desde el año 300 es Antioquía de Siria.

Naturalmente, al punto surgieron los choques con los Lagidas de Egipto. El hagiógrafo, deseoso de centrar su narración en la época de los Macabeos, pasa por alto las incidencias habidas entre el sucesor de Seleuco I (Antíoco I Soter: 281-261/60) y los Lagidas, diciendo que después de algunos años (v.6) se entablaron conversaciones diplomáticas para poner fin a las hostilidades. Para ello, Ptolomeo II Filadelfo (285-246) intentó casar a su hija Berenice con su rival Antíoco II Theos (261/60-247/46) de Siria, pero poniendo como condición que éste se divorciara de su mujer Laodice, y, en consecuencia, los hijos habidos de ésta renunciaran a la herencia del trono. Con ello, Ptolomeo creía poder un día anexionarse el imperio de Siria.

Pero, a la muerte de éste, Antíoco II de Siria se divorció de Berenice, tomando su antigua mujer. Es a lo que alude el v.6, al decir que la hija del rey del mediodía no conservará la fuerza de su brazo. Y esto es un eco de la famosa frase de la mezcla de hierro y de arcilla de los pies de la estatua de diversos metales del c.2, donde en el v.43 se habla de alianza humana. La afrenta fue vengada por un retoño de sus raíces (v.7), es decir, un hermano de ella, llamado Ptolomeo III Evergetes (264-221), que emprendió una campaña contra el ejército de Seleuco II Calínico de Siria (246-226), sucesor de Antíoco II. El rey del mediodía (Egipto) se apoderó de las plazas fuertes del rey del norte (v.7), es decir, de Seleucia, puerto de Antioquía de Siria, llegando hasta Babilonia y volviendo después a Egipto con un gran botín (v.8).

Después de unos años de paz entre Siria y Egipto, el rey del norte (Siria), Seleuco II Calínico, dirigió una campaña de revancha contra el rey del mediodía (Egipto), pero fue derrotado, y tuvo que volverse a su tierra defraudado (v.8). Pero su hijo Antíoco III el Graude (223-187)6 atacó Palestina, que estaba bajo el dominio de Ptolomeo -IV Filopator (221-203), rey de Egipto. Al principio, aquél tomó la mayor parte del país (avanzará, se derramará como un torrente., v.10), pero al fin fue derrotado en Rafia (217 a.C.) (la Fortaleza del rey de Egipto), con lo que Palestina volvió a quedar bajo la férula de los Ptolomeos. Entonces el rey del mediodía, Ptolomeo Filopator, tomará la revancha después de haber reunido una gran muchedumbre de ejército (70.000 de infantería, 5.000 de caballería y 73 elefantes), y derrotará al rey del norte, cuyo ejército estaba formado por 62.000 soldados de infantería, 6.000 de a caballo y 102 elefantes.

Palestina quedó de nuevo bajo Egipto. Pero el rey de Egipto no supo aprovechar su victoria, mientras que Antíoco III el Grande, después de haber tenido espectaculares victorias en Persia y Asia Menor, reunió un gran ejército y atacó de nuevo a Egipto (v.13), llegando hasta Gaza, en la misma frontera egipcia, siendo favorecido por las luchas intestinas habidas en Egipto bajo la minoría de edad de Ptolomeo V Epífanes (203-181), hijo de Ptolomeo IV (v.14)7•

A los insurrectos egipcios se les sumaron hombres violentos (v.14), que parecen ser los del partido de Tobías Amonita, que en su lucha contra los judíos favorecían a los Seléucidas de Siria, pues los egipcios eran tolerantes 8. Con su conducta hostil a los judíos cumplirán la visión relativa a la persecución de la época macabea, tal como está en el libro de Daniel (v.14). El rey del norte, Antíoco el Grande, vencerá a los ejércitos del mediodía (Egipto) en la famosa batalla de Banias (Cesárea de Filipo de los Evangelios) en 198 a.C. Como consecuencia de esta victoria, el rey de Siria se quedará con lo mejor de la tierra, que es la tierra hermosa del 8:9, es decir, Palestina 9. Queriendo dominar Egipto, ofreció su hija (v.16), Cleopatra, al rey de Egipto Ptolomeo V. No quería atacar militarmente a Egipto, porque entonces había de chocar con el poder del imperio romano, cuyos embajadores, venidos a Egipto para llevar la noticia de la victoria sobre Aníbal, le habían dicho en Alejandría a Antíoco III el Grande que no tocase el reino de Ptolomeo V.

El rey de Siria logró casar a su hija con Ptolomeo V, celebrándose las bodas en Rafia, donde poco antes había sido derrotado. Pero, a pesar del éxito inicial diplomático, la cosa no le saldrá como quería (v.17), porque su hija seguirá más bien una política favorable a su marido. Empujado por sus éxitos, quiso extender su dominio a las islas (v.18) o costas del Mediterráneo. En efecto, en 197 a.C. ocupó el Asia Menor y en 192 a.C. desembarcó en Grecia, apoderándose de la parte situada al norte de Corinto. Pero en 191 a.C. le salió al paso el ejército romano, venciéndole en las Termopilas y después definitivamente en Magnesia, bajo las órdenes de Lucio Cornelio Escipión el Asiático. Con esta victoria, el caudillo romano le devolverá el oprobio (v.18) o insulto que Antíoco el Grande había hecho a los embajadores de Roma, que le reprochaban el haber recibido al vencido Aníbal10. Después de la derrota de Magnesia tuvo Antíoco III el Grande que abandonar el Asia Menor, retirándose a las fortalezas de su tierra de Siria (v.18); hasta que al fin caerá asesinado en Elimaide por haber querido apoderarse del tesoro del templo (187 a.C.).