Santiago Capítulo 5 — Explicación
5:1–6 Probados por los ricos
Ahora
Santiago pasa a los ricos que están fuera de la iglesia. Esta gente no sólo
está fallando en la prueba de tener riqueza, sino que también son la fuente de
algunas de las presiones sobre la iglesia ya que se aprovechan de los
cristianos pobres, ya sea porque son pobres o porque son cristianos o ambas
cosas. Para ellos, Santiago no tiene una apelación, sino una condenación. Como
los profetas del AT proclama su desastre.
Si el cristiano debiera vivir en un gozo anticipado, gozándose a pesar
de la prueba por la retribución que han de recibir (v. 12), el rico debe vivir
en llanto por anticipado, ya que el juicio es tan cierto como la retribución lo
es para los cristianos. Santiago contempla sus riquezas desde la perspectiva
del futuro y ve sus grandes almacenes de posesiones como algo podrido y
comidos por la polilla. Si estuviera escribiendo hoy, podría agregar
algo sobre la inflación. Simplemente está aplicando las palabras de Jesús en
Mat. 6:19: la riqueza terrenal es sólo algo temporal.
Pero no es sólo que ellos no tendrán sus riquezas en la eternidad. La
“corrosión” de sus riquezas es evidencia de que no las necesitan. Eso devorará
vuestra carne como fuego en cuanto a que, como el rico de la parábola de
Jesús en Luc. 16:19–31, serán echados en el fuego del infierno por su fracaso
en obedecer a Dios y compartir lo suyo. Han almacenado riqueza para tiempos de
necesidad, pero éstos son los últimos días. El fin de los tiempos vino
con Jesús. Ahora ha sido anunciado el juicio final. Es tiempo de poner tesoros
en el cielo y no de almacenar en la tierra.
Lejos de dar, habían actuado aun peor por cuanto habían retenido
el jornal de los obreros que cosechaban sus campos. Quizá estaban
esperando que subiera el precio del grano, o pensaban que los trabajadores no
habían hecho bien lo suyo. El AT dice que los obreros debían ser pagados cada
día (Lev. 19:13; Deut. 24:14, 15), aun ya los empleadores de entonces
descubrían formas de violar esa norma (Jer. 22:13; Mal. 3:5). Ciertamente eso
podía haber sido hecho de acuerdo con las leyes del país, de modo que ningún
juez humano escucharía su clamor. El término Señor de los Ejércitos
(DHH, “el Señor todopoderoso”) recuerda a los lectores Isa. 5:9 y la acción que
Dios tomó contra los ricos. Dios no se limita a oír sin hacer nada luego; oye y
actúa con tremendo poder.
Volviendo al tema de Luc. 16:19–31 Santiago comenta el lujo de los
ricos. Para ellos, cada día era como el día de matanza, o sea de fiesta,
porque en los lugares donde no hay refrigeración se come car ne en abundancia
cada vez que es muerto un animal, mientras que el resto debe ser secado o
salado para su preservación. Entre líneas del cuadro de Santiago, está la
oscura implicación de que ese “día de matanza” es su día, el día que Dios
aniquilará a sus enemigos (Isa. 30:33; 34:5–8).
Una vez más, Santiago hace un comentario final. Estos ricos han condenado
y dado muerte al justo. No está hablando de asesinatos en sentido lit.
porque el término gr. traducido condenado indica que los tribunales
estaban envueltos. Tampoco significa que los justos eran ejecutados.
Probablemente está pensando en pleitos en los cuales los ricos se apoderaban
del usufructo de la tierra de los pobres. Al quedar sin recursos adecuados, los
cristianos pobres morían de hambre o, debilitados por la escasa alimentación,
morían de distintas enfermedades. Santiago señala que el pobre no ofrece
resistencia al rico. Estos no tenían motivos para su acción. Otra
interpretación, quizá mejor, es que “no se os oponen”. Estas víctimas de los
opresores ricos pueden ser muertos, pero como las almas de los mártires en
Apoc. 6:10, ahora están en la misma presencia de Dios clamando por justicia.
Esa justicia no será largamente retardada.
5:7–20 CONCLUSION
Ya ha
terminado el cuerpo de la carta y Santiago está listo para terminar. Una carta
griega normalmente tenía varias partes en su conclusión. Primera, debía haber
un resumen. Luego aparecía un deseo de buena salud y una afirmación de por qué
había sido escrita la carta. Todo esto aparece en esta conclusión, aunque en
una forma “cristianizada”.
5:7–11 Resumen sobre la perseverancia paciente
Los
cristianos están siendo oprimidos por los ricos. ¿Qué deben hacer? Pueden
actuar en nombre del Señor y produciendo su justicia por la fuerza de las armas
si se hiciere necesario, pero Santiago ya ha dicho que esta ira humana no
produce la justicia de Dios (1:20). Al contrario, los cristianos han de tener paciencia
o “soportar con paciencia” hasta que Cristo regrese. Esta es la virtud que es
llamada “perseverancia” en 1:2, 3. Dejen que esa virtud madure en ustedes, es
lo que dice Santiago. Por supuesto, los campesinos deben tener esa virtud. En
Israel espe raban las lluvias de otoño antes de plantar y entonces tenían que
esperar y confiar que llegaran las lluvias de primavera para que el grano
estuviera maduro antes de la cosecha.
El cristiano no espera sólo por esperar sino que espera algo. Dos veces
Santiago menciona la venida del Señor, y una vez dice que el Juez ya
está a las puertas. Con frecuencia en NT se refiere al regreso de Cristo
como al “cercano” (Rom. 13:12; Heb. 10:25; 1 Ped. 4:7). Si bien probablemente
la mayoría de los autores esperaba que eso ocurriera en su tiempo, siempre hay
una tensión “en el aire” pues nadie sabe cuándo será, si el próximo segundo o
el próximo siglo (Mar. 13:22).
El tema de la lengua es retomado y resumido. El verdadero tema es que
ellos estaban murmurando unos contra otros. Si lo hacen, rechazando sus
instrucciones de 4:11, 12, recibirán lo que han dado (2:13). Refiriéndose a
Cristo como el Juez hace una seria advertencia, en especial cuando dice
que está a las puertas.
Los profetas que hablaron en el nombre del Señor, o sea los del AT, también sufrieron a manos de los ricos y poderosos.
Pero ahora los reyes como Acab y Manasés han sido olvidados o vilipendiados,
mientras que profetas como Elías e Isaías son honrados en la tierra y aun más
en el cielo (cf. Mat. 5:11, 12). En el caso de los profetas había algo
meritorio que permanecía. El ejemplo de Job, que no era un profeta sino un
hombre justo, tiene relación con eso. En la historia del AT Job no es muy
paciente, porque se quejaba mucho, pero en las historias judías que circulaban
en los días de Santiago, se lo presenta como un perfecto ejemplo de paciente
perseverancia. El testamento de Job usa la perseverancia como tema para
todo el libro. Los lectores de Stg. deben haber reconocido la historia.
El punto está en que Dios no se ha olvidado de los cristianos a los que
Stg. está escribiendo. Cita el Sal. 103:8 o 111:4, haciendo notar la compasión
y la misericordia de Dios. Este no está tratando de que la vida sea dura para
los creyentes, sino que al contrario está mostrando su misericordia al
ayudarles a desarrollar su personalidad y poner sus inversiones en el cielo,
donde han de durar para siempre.
5:12 Los juramentos
Ha terminado
el resumen. En una carta griega, se podría esperar un juramento certificando
que cuanto se ha dicho en la carta es verdad. Al contrario, Stg. cita a Jesús
(Mat. 5:33–37) y argumenta que los cristianos no deben hacer juramentos. No se
trata de que el juramento sea algo malo en sí mismo, sino que divide el
discurso en dos planos. Algunas afirmaciones son juradas y, por lo tanto, de
ben ser verdaderas, mientras que otras son sólo el discurso normal y pueden no
serlo. Jesús dijo que todos serán juzgados por toda palabra (Mat. 12:36). Toda
palabra debe ser verdadera. Todo debe se abierto y honesto. Como Dios oye todas
las palabras, para los cristianos debe ser como si todas sus afirmaciones
fuesen un juramento hecho delante de Dios.
5:13–18 Oración por salud
El siguiente
punto en la conclusión de una carta griega normalmente era desear en nombre de
los dioses, que el receptor de la carta tuviera buena sa lud. Santiago hace
algo mejor. Recuerda a los cristianos que Dios ha hecho provisión para su
sanidad. Esto no era una enseñanza nueva para los lectores, sino un
recordatorio de una práctica cristiana normal.
Como todos los maestros cristianos, Santiago divide el mal que puede
experimentar una persona en dos categorías. La primera incluye el término afligido,
lo que implica todas las experiencias desagradables que vienen desde lo
externo, ya sean las cosas duras que se experimentan al esparcir el evangelio o
la persecución por parte de gente mala. Esto es lo que Stg. ha estado
analizando al hablar de las pruebas y que ha concluido en 5:7–11. Quienes
sufran de ese modo deben orar, no necesariamente por liberación, sino por la
capacidad pa ra soportar con paciencia. Quienes lleven una buena vida también
deben orar, pero su oración debe ser un canto de salmos (BA,
“alabanzas”). Queda entonces el segundo grupo que experimenta algo malo, los
enfermos.
Los enfermos deben llamar a los ancianos de la iglesia. Cuando
una persona está tan enferma que no puede ir al templo, quiere a su lado a las
personas que tienen más fe en ella para que vayan y oren. Normalmente, cuando
la enfermedad no es grave, la norma es “orar unos por otros”. Los ancianos
actuarán como los discípulos en Mar. 6:13, que deben haber aprendido de Jesús,
y ungir con aceite cuando oren, de modo que la oración no sólo se oiga, sino
que se sienta físicamente. El hecho importante es que la oración es al Señor y
la unción es hecha en el nombre del Señor. Es el Señor y no el poder de
la oración o el aceite, lo que dará salud al enfermo. Eso es exactamente como
Santiago promete que el Señor responderá a la oración de fe. No es una
oración de algo que esperamos o que puede ser, sino una oración que muestra
segura confianza en que Dios sanará porque los ancianos primero han escuchado a
Dios y han recibido la confianza en sus corazones. Es algo similar al don de fe
que Pablo menciona en 1 Cor. 12:9. Esas oraciones llevan tiempo; no son un
ritual rápido o una rutina.
Santiago analiza la relación que a veces existe entre enfermedad y
pecado. No toda enfermedad tiene que ver con el pecado (Juan 9:3), pero el
pecado puede causar enfermedad (1 Cor. 11:30). Si el pecado realmente está
implícito, entonces debe tratarse con esa raíz antes de pasar a su fruto, o sea
la misma enfermedad. Santiago asegura a sus lectores que tales pecados serán
perdonados. Dios no retendrá el perdón para prolongar la enfermedad. De hecho,
Santiago argumenta que sería mejor cuidar del pecado porque provoca serias
enfermedades. Confesaos unos a otros vuestros pecados: No se precisa de
un anciano para esto, ya que cada creyente es un sacerdote. Hay valor en
confesar de viva voz el pecado y recibir del otro creyente la seguridad de que
ha sido perdonado.
Podía ser que un lector de la carta dijera que eso era bueno para los
ancianos, pero que él era un simple cristiano y entonces cómo podía orar por la
sanidad de otro o escuchar sus confesiones. Pero en cuanto el creyente es justo,
su oración obrando eficazmente, puede mucho. Santiago hace notar que
Elías era un personaje común, como los creyentes de entonces, pero como ellos
tenía un Dios extraordinario que oía y contestaba la oración. En las leyendas
se los asociaba a menudo con la oración. Por eso, aun cuando la oración
pidiendo lluvia no se menciona explícitamente en 1 Rey. 17:1 o 18:16–46,
siguiendo a los judíos de su tiempo, San tiago da por sentado que eso es lo que
ocurrió.
5:19, 20 Declaración de propósito
Santiago
termina afirmando exactamente por qué ha escrito esta carta. Afirma el
principio que ha estado siguiendo. Algunos de sus lectores han estado desviándose
de la verdad, como hemos visto, por los problemas en la iglesia. Esta frase
se usa para serios alejamientos de la fe (cf. Isa. 9:16) y no una caída
ocasional en el pecado. Si ha ocurrido a un creyente se espera que otro le
haga volver y que el “espiritual” ha de actuar como se dice en Gál. 6:1.
Más que una condena, la meta es la restauración. Y eso es lo que Santiago
espera que ha de ocurrir.
Tal restauración tiene un resultado magnífico.
No es sólo que un pecador se volverá del error de su camino y
entonces habrá menos pecado en el mun do, sino que esa persona también es
salvada de la muerte, o sea de la muerte eterna (1 Jn. 5:16, 17; Jud. 22, 23),
aunque por supuesto también podía aparecer la muerte física (Hech 5:1–11). Una
multitud de pecados será cubierta. Se cita Prov. 10:12, como en 1 Ped. 4:8
diciendo que “el amor cubre to das las faltas”. Al hablar de “cubrir”, estos
autores presumiblemente quieren decir “expiar”, dado que una imagen frecuente
en el AT es que la sangre de un sacrificio “cubre” el pecado. Lo opuesto al
amor es el odio que desparrama rumores y despierta contiendas. Para Santiago,
el amor actúa atrayendo al otro tan gentilmente como es posible, de modo que se
arrepienta. Ese arrepentimiento será aceptado por Dios, quien perdonará los
pecados. Entonces la persona perdonada continuará por el buen camino, gozándose
en las pruebas, porque sabe que su recompensa está cerca.